viernes, 16 de noviembre de 2007

jueves, 15 de noviembre de 2007

miércoles, 14 de noviembre de 2007

El Despertar

El tiempo pasa aunque parezca imposible,incluso a pesar de que cada movimiento de la manecilla del reloj duela como el latido de la sangre al palpitar detras de un cardenal.El tiempo transcurre de forma desigual,con saltos extraños y treguas insoportables,pero pasar, pasa. Incluso para mi

domingo, 11 de noviembre de 2007

Savia - Un Año

no tengo miedo al respirar
no me vaya a equivocar
pues fue muy bello compartir un año de ilusion

y ahora veo el mundo
como una casa en ruinas
la puerta de mi vida se cerró
para nunca abrir


y quiero gritar!!
pero en voz baja!!
y quiero llorar!!

pero me faltas tu dentro de un infierno azul
repleto de humildad
de la que yo nunca te dí

por eso lloro
por eso sufro
contando el tiempo
que perdí sin tí


ahí una foto abandoné colgada sobre mi pared
llenando de recuerdos todo aquello que olvidé
y ahora me sobran años
y creo que faltan dias
para que tu y yo creamos que es mejor así


y quiero gritar!!
pero en voz baja!!
y quiero llorar!!

pero me faltas tu dentro de un infierno azul
repleto de humildad
de la que yo nunca te dí

por eso lloro
por eso sufro
contando el tiempo
que perdí sin tí

pero me faltas tu dentro de un infierno azul
repleto de humildad
de la que yo nunca te dí

por eso lloro
por eso sufro
contando el tiempo
que perdí pensando en tí

quiero hablar
quiero gritar
quiero oir que no es besar
quiero que mires y no ir

Volverán las golondrinas...( Gustavo Adolfo Bécquer )

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
ésas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.

Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día....
ésas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar,
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
¡así no te querrán!

sábado, 27 de octubre de 2007

Good Charlotte - I just wanna live

Surrender - Billy Talent

Three Days Grace-Animal I Have Become

Three Days Grace-Home

Three Days Grace-Just Like You



no me apetece mucho actualizar el blog con poemas y cosas por el estilo como suelo hacer...puesto que los examenes ya me qutan mucho tiempo de por si...bueno no mucho pero si algo...asique voy poniendo videos que pillo por ahi...si no os gustan que os jodan...Bandera De Japón...

Three Days Grace-Never Too Late

Three Days Grace-I Hate Everything About You

viernes, 26 de octubre de 2007




este es un video que me ha pasado Vaiwa para que vea a los gemelos...con la cancion de antes ^^

Placebo - Every me and every you

jueves, 25 de octubre de 2007

korn falling away from me - KoRn

FALLING AWAY FROM ME - KoRn

All I want in life is to be happy (happy)

It seems funny to me
How fucked things can be
Everytime I get ahead
I feel more dead

Falling Away From Me

Hey, I'm feeling tired
My time, is gone today
You flirt with suicide
Sometimes, that's ok
Hear what others say
I'm here, standing hollow
Falling away from me
Falling away from me

Day, is here fading
That's when, I would say
I flirt with suicide
Sometimes kill the pain
I can't always say
'It's gonna be better tomorrow'
Falling away from me
Falling away from me

Beating me down
Beating me, beating me
Down, down
Into the ground
Screamings of sound
Beating me, beating me
Down, down
Into the ground

(falling away from me)
It's spinning round and round
(falling away from me)
It's lost and can't be found
(falling away from me)
It's spinning round and round
(falling away from me)
Slow it down

Beating me down
Beating me, beating me
Down, down
Into the ground
Screamings of sound
Beating me, beating me
Down, down
Into the ground

Pressuring me, they won't go away
So I pray, go away

It's falling away from me

Beating me down
Beating me, beating me
Down, down
Into the ground
Screamings of sound
Beating me, beating me
Down, down
Into the ground.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Children of Bodom - Oops i did it again

Quién fuera...( Gustavo Adolfo Bécquer )

¡Quién fuera luna,
quién fuera brisa,
quién fuera sol!

¡Quién del crepúsculo
fuera la hora,
quién el instante
de tu oración!

¡Quién fuera parte
de la plegaria
que solitaria
mandas a Dios!

¡Quién fuera luna
quién fuera brisa,
quién fuera sol! ...

Guatavo Adolfo Bécquer

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Que es poesía?, ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.

martes, 23 de octubre de 2007


mirad...esta entrada deberia quitarla puesto que no la queria òner aqui sino en otro blogT_T
y la dejo por que tiene comentarios que si no...




martes, 9 de octubre de 2007

Lacrimosa - Lichtgestalt

La Boca ( Miguel Hernández )



Boca que arrastra mi boca:
boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos.

Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco.
Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros.
Canción que vuelve las alas
hacia arriba y hacia abajo.
Muerte reducida a besos,
a sed de morir despacio,
das a la grama sangrante
dos fúlgidos aletazos.
El labio de arriba el cielo
y la tierra el otro labio.

Beso que rueda en la sombra:
beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros.
Astro que tiene tu boca
enmudecido y cerrado
hasta que un roce celeste
hace que vibren sus párpados.

Beso que va a un porvenir
de muchachas y muchachos,
que no dejarán desiertos
ni las calles ni los campos.

¡Cuánta boca enterrada,
sin boca, desenterramos!

Beso en tu boca por ellos,
brindo en tu boca por tantos
que cayeron sobre el vino
de los amorosos vasos.
Hoy son recuerdos, recuerdos,
besos distantes y amargos.

Hundo en tu boca mi vida,
oigo rumores de espacios,
y el infinito parece
que sobre mí se ha volcado.

He de volverte a besar,
he de volver, hundo, caigo,
mientras descienden los siglos
hacia los hondos barrancos
como una febril nevada
de besos y enamorados.

Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
tres fuegos has heredado:
vida, muerte, amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios.


Miguel Hernández

El niño de la noche ( Miguel Hernández )

Riéndose, burlándose con claridad del día,
se hundió en la noche el niño que quise ser dos veces.
No quise más la luz. ¿Para qué? No saldría
más de aquellos silencios y aquellas lobregueces.

Quise ser... ¿Para qué?... Quise llegar gozoso
al centro de la esfera de todo lo que existe.
Quise llevar la risa como lo más hermoso.
He muerto sonriendo serenamente triste.

Niño dos veces niño: tres veces venidero.
Vuelve a rodar por ese mundo opaco del vientre.
Atrás, amor. Atrás, niño, porque no quiero
salir donde la luz su gran tristeza encuentre.

Regreso al aire plástico que alentó mi inconsciencia.
Vuelvo a rodar, consciente del sueño que me cubre.
En una sensitiva sombra de transparencia,
en un íntimo espacio rodar de octubre a octubre.

Vientre: carne central de todo lo existente.
Bóveda eternamente si azul, si roja, oscura.
Noche final en cuya profundidad se siente
la voz de las raíces y el soplo de la altura.

Bajo tu piel avanzo, y es sangre la distancia.
Mi cuerpo en una densa constelación gravita.
El universo agolpa su errante resonancia
allí, donde la historia del hombre ha sido escrita.

Mirar, y ver en torno la soledad, el monte,
el mar, por la ventana de un corazón entero
que ayer se acongojaba de no ser horizonte
abierto a un mundo menos mudable y pasajero.

Acumular la piedra y el niño para nada:
para vivir sin alas y oscuramente un día.
Pirámide de sal temible y limitada,
sin fuego ni frescura. No. Vuelve, vida mía.

Mas, algo me ha empujado desesperadamente.
Caigo en la madrugada del tiempo, del pasado.
Me arrojan de la noche. Y ante la luz hiriente
vuelvo a llorar desnudo, como siempre he llorado.


Miguel Hernández

Las Hojas Secas ( Gustavo Adolfo Bécquer )

El sol se había puesto. Las nubes, que cruzaban hechas jirones sobre mi cabeza, iban a amontonarse unas sobre otras en el horizonte lejano. El viento frío de las tardes de otoño arremolinaba las hojas secas a mis pies.

Yo estaba sentado al borde de un camino por donde siempre vuelven menos de los que van.

No sé en qué pensaba, si en efecto pensaba entonces en alguna cosa. Mi alma temblaba a punto de lanzarse al espacio, como el pájaro tiembla y agita ligeramente las alas antes de levantar el vuelo.

Hay momentos en que, merced a una serie de abstracciones, el espíritu se sustrae a cuanto le rodea y, repleglándose en sí mismo, analiza y comprende todos los misteriosos fenómenos de la vida interna del hombre.

Hay otros en que se desliga de la carne, pierde su personalidad y se confunde con los elementos de la naturaleza, se relaciona con su modo de ser y traduce su incomprensible lenguaje.

Yo me hallaba en uno de esos últimos momentos, cuando sólo y en medio de la escueta llanura oí hablar cerca de mí.

Eran dos hojas secas las que hablaban y éste, poco más o menos, su extraño diálogo:

-¿De dónde vienes, hermana?

-Vengo de rodar con el torbellino, envuelta en la nube de polvo y de las hojas secas, nuestras compañeras, a lo largo de la interminable llanura. ¿Y tú?

-Yo he seguido algún tiempo la corriente del río hasta que el vendaval me arrancó de entre el légamo y los juncos de la orilla.

-¿Y adónde vas?

-No lo sé. ¿Lo sabe acaso el viento que me empuja?

-¡Ay! ¿Quién diría que habíamos de acabar amarillas y secas, arrastrándonos por la tierra, nosotras, que vivimos vestidas de color y de luz, meciéndonos en el aire?

-¿Te acuerdas de los hermosos días en que brotamos, de aquella apacible mañana en que, roto el hinchado botón que nos servía de cuna, nos desplegamos, al templado beso del sol, como un abanico de esmeraldas?

-¡Oh! ¡Qué dulce era sentirse balanceada por la brisa a aquella altura, bebiendo por todos los poros al aire y la luz!

-¡Oh! ¡Qué hermoso era ver correr el agua del río que lamía las retorcidas raíces del añoso tronco que nos sustentaba, aquel agua limpia y transparente que copiaba como un espejo el azul del cielo, de modo que creíamos vivir suspendidas entre dos abismos azules!

-¡Con qué placer nos asomábamos por cima de las verdes frondas para vernos retratadas en la temblorosa corriente!

-¡Cómo cantábamos juntas imitando el rumor de la brisa y siguiendo el ritmo de las ondas!

-Los insectos, brillantes, revoloteaban, desplegando sus alas de gasa, a nuestro alrededor.

-Y las mariposas blancas y las libélulas azules que giran por el aire en extraños círculos, se paraban un momento en nuestros dentellados bordes a contarse los secretos de ese misterioso amor que dura un instante y les consume la vida.

-Cada cual de nosotras era una nota en el concierto de los bosques.

-Cada cual de nosotras era un tono en la armonía de su color.

-En las noches de luna, cuando su plateada luz resbalaba sobre la cima de los montes, ¿te acuerdas cómo charlábamos en vez baja entre las diáfanas sombras?

-Y referíamos con un blando susurro las historias de los silfos que se columpian en los hilos de oro que cuelgan las arañas entre los árboles.

.Hasta que suspendíamos nuestra monótona charla para oír embebecidas las quejas del ruiseñor, que había escogido nuestro tronco por escabel.

-Y eran tan tristes y tan suaves sus lamentos, que, aunque llenas de gozo al oírle, nos amanecía llorando.

-¡Oh! ¡Qué dulces eran aquellas lágrimas que nos prestaba el rocío de la noche y que resplandecían con todos los colores del iris a la primera luz de la aurora!

-Después vino la alegre banda de jilgueros a llenar de vida y de ruidos el bosque con la alborotada y confusa algarabía de sus cantos.

-Y una enamorada pareja colgó junto a nosotros su redondo nido de aristas y de plumas.

-Nosotras servíamos de abrigo a los pequeñuelos contra las molestas gotas de la lluvia en las tempestades de verano

-Nosotras les servíamos de dosel y los defendíamos de los importunos rayos del sol.

-Nuestra vida pasaba, como un sueño de oro, del que no sospechábamos que se podría despertar.

-Una hermosa tarde en que todo parecía sonreír a nuestro alrededor, en que el sol poniente encendía el ocaso y arrebolaba las nubes, y de la tierra ligeramente húmeda se levantaban efluvios de vida y perfumes de flores, dos amantes se detuvieron a la orilla del agua y al pie del tronco que nos sostenía.

-¡Nunca se borrará ese recuerdo de mi memoria! Ella era joven, casi; una niña, hermosa y pálida. Él le decía con ternura: «¿Por qué lloras?». «Perdona este involuntario sentimiento de egoísmo -le respondió ella, enjugándose una lágrima-. Lloro por mí. Lloro la vida que me huye. Cuando el cielo se corona de rayos de luz, y la tierra se viste de verdura y de flores, y el viento trae perfumes y cantos de pájaros y armonías distantes, y se ama y se siente una amada, ¡la vida es buena!» «¿Y por qué no has de vivir?», insistió él, estrechándole las manos conmovido. «Porque es imposible. Cuando caigan secas esas hojas que murmuran armoniosas sobre nuestras cabezas, yo moriré también y el viento llevará algún día su polvo y el mío, ¿quién sabe adónde?» Yo lo oí y tú lo oíste, y nos estremecimos y callamos. ¡Debíamos secarnos! ¡Debíamos morir y girar arrastradas por los remolinos del viento! Mudas y llenas de terror permanecíamos aún cuando llegó la noche. ¡Oh! ¡Qué noche tan horrible!

-Por la primera vez faltó a su cita el enamorado ruiseñor que la encantaba con sus quejas.

-A poco volaron los pájaros y con ellos sus pequeñuelos, ya vestidos de plumas. Y quedó el nido solo, columpiándose lentamente y triste como la cuna vacía de un niño muerto.

-Y huyeron las mariposas blancas y las libélulas azules, dejando su lugar a los insectos oscuros que venían a roer nuestras fibras y a depositar en nuestro seno sus asquerosas larvas.

-¡Oh! ¡Y cómo nos estremecíamos encogidas al helado contacto de las escarchas de la noche!

-Perdimos el color y la frescura.

-Perdimos la suavidad y la forma y lo que antes, al tocarnos, era como un rumor de besos, como murmullo de palabras de enamorados, luego se convirtió en áspero ruido, seco, desagradable y triste.

-¡Y al fin volamos desprendidas!

-Hollada bajo el pie del indiferente pasajero, sin cesar arrastrada de un punto a otro entre el polvo y el fango, me he juzgado dichosa cuando podía reposar un instante en el profundo surco de un camino.

-Yo he dado vueltas sin cesar, arrastrada por la turbia corriente, y en mi larga peregrinación vi solo, enlutado y sombrío, contemplando con un mirada distraída las aguas que pasaban y las hojas secas que marcaban su movimiento, a uno de los dos amantes cuyas palabras nos hicieron presentir la muerte.

-¡Ella también se desprendió de la vida y acaso dormirá en una fosa reciente, sobre la que yo me detuve un momento!

-¡Ay! Ella duerme y reposa, al fin; pero nosotras, ¿cuándo acabaremos este largo viaje...?

-¡Nunca...! Ya el viento que nos dejó reposar un punto vuelve a soplar, y ya me siento estremecida para levantarme de la tierra y seguir con él. ¡Adiós, hermana!

-Adiós!

¡ Es Raro ! ( Gustavo Adolfo Bécquer )

Tomábamos el té en casa de una señora amiga mía y se hablaba de esos dramas sociales que se desarrollan ignorados del mundo y cuyos protagonistas hemos conocido, si es que no hemos hecho un papel en algunas de sus escenas.

Entre otras muchas personas que no recuerdo, se encontraba allí una niña rubia, blanca y esbelta que, a tener una corona de flores en lugar del legañoso perrillo que gruñía medio oculto entre los anchos pliegues de su falda, hubiérasela comparado, sin exagerar, con la Ofelia de Shakespeare.

Tan puros eran el blanco de su frente y el azul de sus ojos.

De pie, apoyada una mano en la causeuse de terciopelo azul que ocupaba la niña rubia y acariciando con la otra los preciosos dijes de su cadena de oro, hablaba con ella un joven, en cuya afectada pronunciación se notaba un leve acento extranjero, a pesar de que su aire y su tipo eran tan españoles como los del Cid o Bernardo del Carpio.

Un señor de cierta edad, alto, seco, de maneras distinguidas y afables, y que parecía seriamente preocupado en la operación de dulcificar a punto su taza de té, completaba el grupo de las personas más próximas a la chimenea, al calor de la cual me senté para contar esta historia. Esta historia parece un cuento, pero no lo es; de ella pudiera hacerse un libro; yo lo he hecho algunas veces en mi imaginación. No obstante, la referiré en pocas palabras, pues para el que haya de comprenderla todavía sobrarán algunas.

I

Andrés, porque así se llamaba el héroe de mi narración, era uno de esos hombres en cuya alma rebosan el sentimiento que no han gastado nunca y el cariño que no pueden depositar en nadie.

Huérfano casi al nacer, quedó al cuidado de unos parientes. Ignoro los detalles de su niñez. Sólo puedo decir que cuando le hablaban de ella, se oscurecía su frente y exclamaba con un suspiro: «¡Ya pasó aquello!»

Todos decimos lo mismo, recordando con tristeza las alegrías pasadas. ¿Era ésta la explicación de la suya? Repito que no lo sé, pero sospecho que no.

Ya joven, se lanzó al mundo. Sin que por esto se crea que yo trato de calumniarle, la verdad es que el mundo, para los pobres y para cierta clase de pobres sobre todo, no es un paraíso ni mucho menos. Andrés era, como suele decirse, de los que se levantan la mayor parte de los días con veinticuatro horas más. Juzguen, pues, mis lectores cuál sería el estado de un alma toda idealismo, toda amor, ocupada en la difícil cuanto prosaica tarea de buscarse el pan cotidiano.

No obstante, algunas veces, sentándose a la orilla de su solitario lecho, con los codos sobre las rodillas y la cabeza entre las manos, exclamaba:

-¡Si yo tuviese a alguien a quien querer con toda mi alma! Una mujer, un caballo, un perro siquiera!

Como no tenía un cuarto, no le era posible tener nada, ningún objeto en que satisfacer su hambre de amor. Esta se exasperó hasta el punto que en sus crisis llegó a cobrarle cariño al cuchitril donde habitaba, a los mezquinos muebles que le servían, hasta a la patrona que era su genio del mal.

No hay que extrañarlo. Josefo refiere que durante el sitio de Jerusalén fue tal el hambre que las madres se comieron a sus hijos.

Un día pudo proporcionarse un escasísimo sueldo para vivir. La noche de aquel día, cuando se retiraba a su casa, al atravesar una calle estrecha, oyó una especie de lamentos, como lloros de una criatura recién nacida. No bien hubo dado algunos pasos más después de haber oído aquellos gemidos, cuando exclamó, deteniéndose:

-Diantre, ¿qué es esto?

Y tocó con la punta del pie una cosa blanda que se movía y tornó a chillar y a quejarse. Era uno de esos perrillos que arrojan a la basura de pequeñuelos.

«La Providencia lo ha puesto en mi camino», dijo para sí Andrés, recogiéndole y abrigándole con el faldón de su levita.

Y se lo llevó a su cuchitril.

¡Cómo es eso! -refunfuñó la patrona al verle entrar con el perrillo-. No nos faltaba más que ese nuevo embeleco en casa. ¡Ahora mismo lo deja usted donde lo encontró o mañana busca donde acomodarse con él!

Al otro día salió Andrés de la casa, y en el discurso de dos o tres meses salió de otras doscientas por la misma cuestión. Pero todos estos disgustos y otros mil que es imposible detallar, los compensaba con usura la inteligencia y el cariño del perro, con el cual se distraía como con una persona en sus eternas horas de soledad y fastidio. Juntos comían, juntos descansaban y juntos daban la vuelta a la ronda o se marchaban a lo largo del camino de los Carabancheles.

Tertulias, paseos, teatros, cafés, sitios donde no se permitían o estorbaban los perros, estaban vedados para nuestro héroe, que exclamaba algunas veces con toda efusión de su alma y como respondiendo a las caricias del suyo:

-¡Animalito! No le falta más que hablar.

II

Sería enfadoso explicar cómo, pero es el caso que Andrés mejoró algo de posición y, viéndose con algún dinero, dijo:

-¡Si yo tuviese una mujer! Pero para tener una mujer es preciso mucho. Los hombres como yo, antes de elegirla, necesitan un paraíso que ofrecerla, y hacer un paraíso de Madrid cuesta un ojo de la cara... Si pudiera comprar un caballo... ¡Un caballo! ¡Un caballo! No hay animal más noble ni más hermoso. ¡Cómo lo había de querer mi perro! ¡Cómo se divertirían el uno con el otro y yo con los dos!

Una tarde fue a los toros y antes de comenzar la función, dirigióse maquinalmente al corral donde esperaban ensillados los que habían de salir a la lidia.

No sé si mis lectores habrán tenido alguna vez la curiosidad de ir a verlos. Yo de mí puedo asegurarles que, sin creerme tan sensible como el protagonista de esta historia, me han dado algunas veces ganas de comprarlos todos. Tal ha sido la lástima que me ha dado de ellos.

Andrés no pudo menos de experimentar una sensación penosísima al encontrarse en aquel sitio. Unos, cabizbajos, con la piel pegada a los huesos y la crin sucia y descompuesta, aguardaban inmóviles su turno, como si presintiesen la desastrosa muerte que había de poner término, dentro de breves horas, a la miserable vida que arrastraban; otros, medio ciegos, buscaban olfateando el pesebre y comían o, hiriendo el suelo con el casco y dando fuertes soplidos, pugnaban por desasirse y huir del peligro que olfateaban con horror. Y todos aquellos animales habían sido jóvenes y hermosos. ¡Cuántas manos aristócratas habrían acariciado sus cuellos! ¡Cuántas voces cariñosas los habrían alentado en su carrera! Y ahora todo era juramentos por acá, palos por acullá y, por último, la muerte, la muerte con una agonía horrible acompañada de chanzonetas y silbidos.

-Si piensan algo -decía Andrés-, ¿qué pensarán estos animales en el fondo de su confusa inteligencia, cuando en medio de la plaza se muerden la lengua y expiran con una contracción espantosa? Es verdad que la ingratitud del hombre es algunas veces inconcebible. De estas reflexiones vino a sacarlo la aguardentosa voz de uno de los picadores, que juraba y maldecía, mientras probaba las piernas de uno de los caballos, dando con el cuento de la garrocha en la pared. El caballo no parecía del todo despreciable. Por lo visto, debía ser loco o tener alguna enfermedad de muerte.

Andrés pensó en adquirirle. Costar, no debiera costar mucho; pero, ¿y mantenerlo? El picador le hundió la espuela en el ijar y se dispuso a salir. Nuestro joven vaciló un instante y le detuvo. Cómo lo hizo, no lo sé; pero en menos de un cuarto de hora convenció al jinete para que lo dejase, buscó al asentista, ajustó el caballo y se quedó con él.

Creo excusado decir que aquella tarde no vio los toros.

Llevóse el caballo; pero el caballo, en efecto, estaba o parecía estar loco.

-Mucha leña en él -le dijo un inteligente.

-Poco de comer -le aconsejó un mariscal. El caballo seguía en sus trece-. ¡Bah! -exclamó al fin su dueño-; démosle de comer lo que quiera y dejémosle hacer lo que le dé la gana.

El caballo no era viejo, y comenzó a engordar y a ser más dócil. Verdad que tenía sus caprichos y que nadie podía montarlo más que Andrés; pero decía éste:

-Así no me le pedirán prestado, y en cuanto a rarezas, ya nos iremos acostumbrando mutuamente a las que tenemos.

Y llegaron a acostumbrarse de tal modo que Andrés sabía cuándo el caballo tenía ganas de hacer una cosa y cuándo no, y a éste le bastaba una voz de su dueño para saltar, detenerse o partir al escape, rápido como un huracán. Del perro no digamos nada; llegó a familiarizarse de tal modo con su nuevo camarada que ni a beber salían el uno sin el otro. Desde aquel punto, cuando se perdía al escape entre una nube de polvo por el camino de los Carabancheles y su perro le acompañaba saltando y se adelantaba para tornar a buscarle o le dejaba pasar para volver a seguirle, Andrés se creía el más feliz de los hombres.

III

Pasó algún tiempo. Nuestro joven estaba rico o casi rico.

Un día, después de haber corrido mucho, se apeó fatigado junto a un árbol y se recostó a su sombra.

Era un día de primavera luminoso y azul, de esos en que se respira con voluptuosidad una atmósfera tibia e impregnada de deseos, en que se oyen en las ráfagas del aire como armonías lejanas, en que los limpios horizontes se dibujan con líneas de oro y flotan ante nuestros ojos átomos brillantes de no sé qué, átomos que semejan formas transparentes que nos siguen, nos rodean y nos embriagan a un tiempo de tristeza y de felicidad.

Yo quiero mucho a estos dos seres -exclamó Andrés después de sentarse, mientras acariciaba a su perro con una mano y con la otra le daba a su caballo un puñado de hierbas-, mucho; pero todavía hay un hueco en mi corazón que no se ha llenado nunca. Todavía me queda por emplear un cariño más grande, más santo, más puro. Decididamente necesito una mujer.

En aquel momento pasaba por el camino una muchacha con un cántaro en la cabeza.

Andrés no tenía sed y, sin embargo, le pidió agua. La muchacha se detuvo para ofrecérsela y lo hizo con tanta amabilidad que nuestro joven comprendió perfectamente uno de los más patriarcales episodios de la Biblia.

-¿Cómo te llamas? -le preguntó después que hubo bebido.

-Plácida.

-¿Y en qué te ocupas?

-Soy hija de un comerciante que murió arruinado y perseguido por sus opiniones políticas. Después de su muerte, mi madre y yo nos retiramos a una aldea, donde lo pasamos bien mal, con una pensión de tres reales por todo recurso. Mi madre está enferma y yo tengo que hacerlo todo.

-¿Y cómo no te has casado?

-No sé. En el pueblo dicen que no sirvo para trabajar, que soy muy delicada, muy señorita.

La muchacha se alejó después de despedirse.

Mientras la miraba alejarse, Andrés permaneció en silencio. Cuando la perdió de vista, dijo con satisfacción del que resuelve un problema:

-Esa mujer me conviene.

Montó en su caballo y, seguido de su perro, se dirigió a la aldea. Pronto hizo conocimiento con la madre y casi tan pronto se enamoró perdidamente de la hija. Cuando al cabo de algunos meses ésta se quedó huérfana, se casó enamorado de su mujer, que es una de la mayores felicidades de este mundo.

Casarse y establecerse en una quinta situada en uno de los sitios más pintorescos de su país fue obra de algunos días.

Cuando se vio en ella rico, con su mujer, su perro y su caballo tuvo que restregarse los ojos, porque creía que soñaba. Tan feliz, tan completamente feliz era el pobre Andrés.

IV

Así vivió por espacio de algunos años, dichoso si Dios tenía qué, cuando una noche creyó observar que alguien rondaba su quinta, y más tarde sorprendió a un hombre moldeando el ojo de la cerradura de una puerta del jardín.

-Ladrones tenemos -dijo.

Y determinó avisar al pueblo más cercano donde había una pareja de guardias civiles.

-¿Adónde vas? -le preguntó su mujer.

-Al pueblo.

-¿A qué?

-A dar aviso a los civiles, porque sospecho que alguien nos ronda la quinta.

Cuando la mujer oyó esto, palideció ligeramente. Él, dándole un beso, prosiguió:

-Me marcho a pie porque el camino es corto. Adiós, hasta la tarde.

Al pasar por el patio para dirigirse a la puerta entró un momento en la cuadra, vio a su caballo y, acariciándole, le dijo:

-Adiós, pobrecito, adiós. Hoy descansarás, que ayer te di un mate como para ti solo.

El caballo, que acostumbraba salir todos los días con su dueño, relinchó tristemente al sentirlo alejarse.

Cuando Andrés se disponía a abandonar la finca, su perro comenzó a hacerle fiestas.

-No, no vienes conmigo -exclamó hablándole, como si lo entendiese-. Cuando vas al pueblo ladras a los muchachos y corres a las gallinas, y el mejor día del año te van a dar tal golpe que no te queden ánimos de volver por otra... No abrirle hasta que yo me marche -prosiguió, dirigiéndose a un criado y cerró la puerta para que no le siguiese.

Ya había dado la vuelta al camino, cuando todavía escuchaba largos aullidos del perro.

Fue al pueblo, despachó su diligencia, se entretuvo un poco con el alcalde, charlando de diversas cosas, y se volvió hacia su quinta. Al llegar a las inmediaciones le extrañó bastante que no saliese el perro a recibirle, el perro, que otras veces, como si lo supiera, salía a recibirle hasta la mitad del camino. Silba. ¡Nada! Entra en la posesión. ¡Ni un criado!

-¿Qué diantre será esto? -exclama con inquietud y se dirige al caserío.

Llega a él, entra en el patio. Lo primero que se ofrece a su vista es el perro tendido en un charco de sangre a la puerta de la cuadra. Algunos pedazos de ropa diseminados por el suelo, algunas hilachas pendientes aún de sus fauces, cubiertas de una rojiza espuma, atestiguan que se ha defendido y que al defenderse debió recibir las heridas que lo cubren.

Andrés lo llama por su nombre. El perro, moribundo, entreabre los ojos, hace un inútil esfuerzo para levantarse, menea débilmente la cola, lame la mano que lo acaricia, y muere.

-Mi caballo, ¿dónde está mi caballo? -exclama entonces con voz sorda y ahogada por la emoción al ver desierto el pesebre y rota la cuerda que lo sujetaba a él.

Sale de allí como un loco. Llama a su mujer. Nadie responde. A sus criados; tampoco. Recorre toda la casa fuera de sí; sola, abandonada. Sale de nuevo al camino. Ve las señales del casco de su caballo, del suyo, no le cabe duda, porque él conoce o cree conocer las huellas de su favorito.

Todo lo comprendo -dice como iluminado por una idea repentina-: los ladrones se han aprovechado de mi ausencia para hacer su negocio y se llevan a mi mujer para exigirme por su rescate una gran suma de dinero. ¡Dineros! ¡Mi sangre, la salvación daría por ella! ¡Pobre perro mío! -exclama volviéndole a mirar, y parte a correr como un desesperado, siguiendo la dirección de las pisadas.

Y corrió, corrió sin descansar un instante en pos de aquellas señales, una hora, dos, tres.

¿Habéis visto -preguntaba a todo el mundo un hombre a caballo con una mujer a la grupa?

-Sí -le respondían.

-¿Por dónde van?

-Por allí.

Y Andrés tomaba nuevas fuerzas y seguía corriendo.

La noche comenzaba a caer. A la misma pregunta encontraba siempre la misma respuesta. Y corría, corría, hasta que al fin divisó una aldea y junto a la entrada, al pie de una cruz que señalaba el punto en que se dividía en dos el camino, vio un grupo de gente, gañanes y viejos, muchachos, que contemplaban con curiosidad una cosa que él no podía distinguir.

Llega, hace la misma pregunta de siempre, y le dice uno de los del grupo:

-Sí, hemos visto esa pareja. Mirad, por más señas, el caballo que la conducía, que cayó aquí reventado de correr.

Andrés vuelve los ojos en la dirección que le señalaban y ve, en efecto, su caballo, su querido caballo, que algunos hombres del pueblo se disponían a desollar para aprovecharse de la piel. No pudo apenas resistir la emoción; pero, reponiéndose en seguida, volvió a asaltarle la idea de su esposa.

-Y decidme -exclamó precipitadamente-: ¿cómo no prestasteis ayuda a aquella mujer desgraciada?

-Vaya si se la prestamos -dijo otro de los del corro-. Como que yo les he vendido otra caballería para que prosiguiesen su camino con toda la prisa que, al parecer, les importa.

-Pero -interrumpió Andrés- esa mujer va robada. Ese hombre es un bandido que, sin hacer caso de sus lágrimas y sus lamentos, la arrastra no sé adónde.

Los maliciosos patanes cambiaron entre sí una mirada, sonriéndose de compasión.

-¡Quia, señorito! ¿Qué historias está usted contando? -prosiguió con sorna su interlocutor-. ¡Robada! Pues si ella era la que decía con más ahínco: «¡Pronto, pronto, huyamos de estos lugares; no me veré tranquila hasta que los pierda de vista para siempre!»

Andrés lo comprendió todo. Una nube de sangre pasó por delante de sus ojos, de los que no brotó ni una lágrima, y cayó al suelo desplomado como un cadáver.

Estaba loco. A los pocos días, muerto.

Le hicieron la autopsia. No le encontraron lesión orgánica alguna. ¡Ah! Si pudiera hacerse la disección del alma, ¡cuántas muertes semejantes a ésta se explicarían!

-Y, efectivamente, ¿murió de eso? -exclamó el joven que proseguía jugando con los dijes de su reloj, al concluir mi historia.

Yo le miré como diciendo: «¿Le parece a usted poco?» Él prosiguió con cierto aire de profundidad:

-¡Es raro! Yo sé lo que es sufrir. Cuando en las últimas carreras tropezó mi Herminia, mató al jockey y se quebró una pierna, la desgracia de aquel animal me causó un disgusto horrible; pero, francamente, no tanto..., no tanto.

Aún proseguía mirándole con asombro, cuando hirió mi oído una voz armoniosa y ligeramente velada, la voz de la niña de los ojos azules:

-Efectivamente, es raro. Yo quiero mucho a mi Medoro -dijo, dándole un beso en el hocico al enteco y legañoso faldero que gruñó sordamente-, pero si se me muriese o me lo mataran, no creo que me volviera loca ni cosa que lo valga.

Mi asombro rayaba en estupor. Aquellas gentes no me habían comprendido o no querían comprenderme.

Al cabo me dirigí al señor que tomaba té, que en razón a sus años debía de ser algo más razonable.

-Y a usted, ¿qué le parece? -le pregunté.

-Le diré a usted -me respondió-. Yo soy casado, quise a mi mujer, la aprecio todavía, me parece. Tuvo lugar entre nosotros un disgustillo doméstico que, por su publicidad, exigía una reparación por mi parte; sobrevino un duelo, tuve la fortuna de herir a mi adversario, un chico excelente, decidor y chistoso si los hay, con quien suelo aún tomar café algunas noches en el Iberia. Desde entonces dejé de hacer vida común con mi esposa y me dediqué a viajar. Cuando estoy en Madrid vivo con ella, pero como dos amigos, y todo esto sin violentarme, sin grandes emociones, sin sufrimientos extraordinarios. Después de este ligero bosquejo de mi carácter y de mi vida, ¡qué le he de decir a usted de esas explosiones fenomenales del sentimiento, sino que todo eso me parece raro, muy raro!

Cuando mi interlocutor acabó de hablar, la niña rubia y el joven que le hacía el amor repasaban juntos un álbum de caricaturas de Gavarni. A los pocos momentos él mismo servía con una fruición deliciosa la tercera taza de té.

Al pensar que oyendo el desenlace de mi historia habían dicho: «¡Es raro!», exclamé yo para mí mismo: «¡Es natural!»

lunes, 1 de octubre de 2007

Cuando volvemos las fugaces horas... ( Gustavo Adolfo Bécquer )

Cuando volvemos las fugaces horas
del pasado a evocar,
temblando brilla en sus pestañas negras
una lágrima pronta a resbalar.

Y al fin resbala y cae como gota
del rocío al pensar
que cual hoy por ayer, por hoy mañana
volveremos los dos a suspirar.

Cuando en la noche te envuelven... ( Gustavo Adolfo Bécquer )

Cuando en la noche te envuelven
las alas de tul del sueño
y tus tendidas pestañas
semejan arcos de ébano,
por escuchar los latidos
de tu corazón inquieto
y reclinar tu dormida
cabeza sobre mi pecho,
diera, alma mía,
cuanto poseo,
la luz, el aire
y el pensamiento!

Cuanto se clavan tus ojos
en un invisible objeto
y tus labios ilumina
de una sonrisa el reflejo,
por leer sobre tu frente
el callado pensamiento
que pasa como la nube
del mar sobre el ancho espejo,
diera, alma mía,
cuanto deseo,
la fama, el oro,
la gloria, el genio!

Cuanto enmudece tu lengua
y se apresura tu aliento
y tus mejillas se encienden
y entornas tus ojos negros,
por ver entre sus pestañas
brillar con húmedo fuego
la ardiente chispa que brota
del volcán de los deseos,
diera, alma mía,
por cuanto espero,
la fe, el espíritu,
la tierra, el cielo.

martes, 25 de septiembre de 2007

Happy Tree Friends - Hide and Seek

Happy Tree Friends - Sweet Ride

Una Hora Más - Sôber

Artista: Sôber
Album: Reddo
Canción: Una hora más

Es por ti que una vez más he vuelto a querer soñar
la pasión se mezcla y tiemblo al ver que esto es real
no hago mal por contemplar una hora más frente al reloj
ya se acabo ya no doy mas ahora soy yo quien va a cambiar
Estaré a tu lado cuando sufras cuando llores
te tendré en mis brazos ahora el tiempo es solo tuyo
Lo que siento y temo es que no puedas ver en mí
ese amigo y cómplice y no al padre que ya fui
lo intentare lo voy a hacer cueste una vida o tal vez dos
no le daré el brazo a torcer ni la espalda a quien ame
Estaré a tu lado cuando sufras cuando llores
te tendré en mis brazos ahora el tiempo es solo tuyo
Estaré a tu lado cuando sufras cuando llores
te tendré en mis brazos ahora el tiempo es solo tuyo
Es por ti que una vez más he vuelto a querer sonar
la pasión se mezcla y tiemblo al ver que esto es real
ya se acabo ya no doy mas ahora soy yo quien va a cambiar
Estaré a tu lado cuando sufras cuando llores
te tendré en mis brazos ahora el tiempo es solo tuyo
Estaré a tu lado cuando sufras cuando llores
te tendré en mis brazos ahora el tiempo es solo tuyo
Te daré mi aliento mi sudor y todo el tiempo
cambiaré tu llanto por caricias sin tormento

Happy Tree Friends - Chip Off the Ol' Block

domingo, 23 de septiembre de 2007

La Plenitud ( Juan Ramón Jiménez )


Delante está el carmín de la emoción.
Y al fondo de la vida,
por el suave azul nublado,
entre las cobres hojas últimas
que se curvan en éstasis de gloria,
la eterna plenitud desnuda.

(Y el agua una se ve más.
El color es más él, más sólo él,
el olor solo tiene un ámbito mayor,
el calor todo se oye más.
Y grita
en el aire, en el agua,
sobre el calor, sobre el olor, sobre el color,
ante el carmín de la pasión segunda,
la esterna plenitud desnuda.)

¡Armonía sin fin, gran armonía
de lo que se despide sin cuidado,
en luz de oro para luego verde,
que ha de ver tantas veces todavía,
ante el carmín de la ilusión,
la interna plenitud desnuda!

Agua en el Agua ( Juan Ramón Jiménez )


Quisiera que mi vida
se cayera en la muerte,
como este chorro alto de agua bella
en el agua tendida matinal;
ondulado, brillante, sensual, alegre,
con todo el mundo diluido en él,
en gracia nítida y feliz.

Insomnio ( Gerardo Diego )

Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes.
Duermes. No. No lo sabes. Yo en desvelo,
y tú, inocente, duermes bajo el cielo.
Tú por tu sueño, y por el mar las naves.

En cárceles de espacio, aéreas llaves
te me encierran, recluyen, roban. Hielo,
cristal de aire en mil hojas. No. No hay vuelo
que alce hasta ti las alas de mis aves.

Saber que duermes tú, cierta, segura
—cauce fiel de abandono, línea pura—,
tan cerca de mis brazos maniatados.

Qué pavorosa esclavitud de isleño,
yo, insomne, loco, en los acantilados,
las naves por el mar, tú por tu sueño.

Ángelus ( Gerardo Diego )

Sentado en el columpio
el ángelus dormita

Enmudecen los astros y los frutos

Y los hombres heridos
pasean sus surtidores
como delfines líricos

Otros más agobiados
con los ríos al hombro
peregrinan sin llamar en las posadas

La vida es un único verso interminable

Nadie llegó a su fin
Nadie sabe que el cielo es un jardín

Olvido.

El ángelus ha fallecido

Con la guadaña ensangrentada
un segador cantando se alejaba

Basta ( Blas de Otero )


Imaginé mi horror por un momento
que Dios, el solo vivo, no existiera,
o que, existiendo, sólo consistiera
en tierra, en agua, en fuego, en sombra, en viento.

Y que la muerte, oh estremecimiento,
fuese el hueco sin luz de una escalera,
un colosal vacío que se hundiera
en un silencio desolado, liento.

Entonces ¿para qué vivir, oh hijos
de madre, a qué vidrieras, crucifijos
y todo lo demás? Basta la muerte.

Basta. Termina, oh Dios, de maltratarnos.
O si no, déjanos precipitarnos
sobre Ti —ronco río que revierte.

Lo Fatal ( Rubén Darío )

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura, porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror…
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!…

Tu aliento es el aliento de las flores... ( Gustavo Adolfo Bécquer )


Tu aliento es el aliento de las flores,
tu voz es de los cisnes la armonía;
es tu mirada el esplendor del día,
y el color de la rosa es tu color.
Tú prestas nueva vida y esperanza
a un corazón para el amor ya muerto:
tú creces de mi vida en el desierto
como crece en un páramo la flor.

Y Serás Canción

Esta noche la luna silva,
una melodía de luz.
Las estrellas hoy tienen
forma de Clave de Sol.
Canta el viento, susurra estrofas
y un buho hace de director,
de una orquesta hecha de sueños,
de magia y de un adios.

Llora una guitarra, sola en un rincón,
le faltan tus dedos, tus calor.
Un arpegio jura que tu alma echó a volar.
En la eternidad te esperan.

Y serás canción, acordes, guitarras y luz,
Y serás canción y un verso hablará de ti.
Y serás canción, acordes, guitarras y luz,
Y serás canción y tu alma hoy será mi voz.

Esta noche cielo e infierno,
esperan a que llegues tu.
Busca un productor Satanás,
para su oscura banda de metal.
Dios a puesto precio a tu oido
para enseñar a un angel nuevo a cantar.
Y el tercer pringao en discordia, Buda,
puja por tener tu paz y humildad.

Llora una guitarra, sola en un ricón,
le faltan tus dedos, tu calor.
Un arpegio jura que tu alma echó a volar
En la eternidad te esperan.

Y serás canción, acordes, guitarras y luz,
Y serás canción y un verso hablará de ti.
Y serás canción, acordes, guitarras y luz,
Y serás canción y tu alma hoy será mi voz.

En cada concierto, en cada canción
siempre habrá un trocito de ti, Simon.
Todos somos uno, todos somos tu voz.
Que el show continue hoy.

Y serás canción, acordes, guitarras y luz,
Y serás canción y un verso hablará de ti…

sábado, 22 de septiembre de 2007

Y Serás Cancion - Homenaje a Big Simon

Una Canción Desesperada ( Pablo Neruda )

Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy.
El río anuda al mar su lamento obstinado.
Abandonado como los muelles en el alba.
Es la hora de partir, oh abandonado!
Sobre mi corazón llueven frías corolas.
Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos!
En ti se acumularon las guerras y los vuelos.
De ti alzaron las alas los pájaros del canto.
Todo te lo tragaste, como la lejanía.
Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio!
Era la alegre hora del asalto y el beso.
La hora del estupor que ardía como un faro.
Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego,
turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio!
En la infancia de niebla mi alma alada y herida.
Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!
Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo.
Te tumbó la tristeza, todo en ti fue naufragio!
Hice retroceder la muralla de sombra,
anduve más allá del deseo y del acto.
Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí,
a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto.
Como un vaso albergaste la infinita ternura,
y el infinito olvido te trizó como a un vaso.
Era la negra, negra soledad de las islas,
y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos.
Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta.
Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro.
Ah mujer, no sé cómo pudiste contenerme
en la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos!
Mi deseo de ti fue el más terrible y corto,
el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido.
Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas,
aún los racimos arden picoteados de pájaros.
Oh la boca mordida, oh los besados miembros,
oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados.
Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo
en que nos anudamos y nos desesperamos.
Y la ternura, leve como el agua y la harina.
Y la palabra apenas comenzada en los labios.
Ese fue mi destino y en él viajó mi anhelo,
y en él cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio!
Oh, sentina de escombros, en ti todo caía,
qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron!
De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste.
De pie como un marino en la proa de un barco.
Aún floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes.
Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo.
Pálido buzo ciego, desventurado hondero,
descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!
Es la hora de partir, la dura y fría hora
que la noche sujeta a todo horario.
El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa.
Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros.
Abandonado como los muelles en el alba.
Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos.
Ah más allá de todo. Ah más allá de todo.
Es la hora de partir. Oh abandonado!

Amor ( Pablo Neruda )

Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte
la leche de los senos como de un manantial,
por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte
en la risa de oro y la voz de cristal.
Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos
y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,
porque tu ser pasara sin pena al lado mío
y saliera en la estrofa —limpio de todo mal—.

Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría
amarte, amarte como nadie supo jamás!
Morir y todavía
amarte más.
Y todavía
amarte más
y más.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente ( Pablo Neruda )

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece los ojos se te hubieran volado
y perece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas que están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas porque estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con el tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

No digáis que agotado su tesoro... ( Gustavo Adolfo bécquer )

No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira:
Podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas;
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista;

mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías;
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
Y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista;

mientras la humanidad siempre avanzando,
no sepa a dónde camina;
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!

Mientras sintamos que se alegra el alma
sin que los labios rían;
mientras se llora sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;

mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan;
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran;
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira;

mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas;
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!

Dos Lenguas De Fuego ( Gustavo Adolfo Bécquer )

Dos rojas lenguas de fuego
que a un mismo tronco enlazadas
se aproximan, y al besarse
forman una sola llama.

Dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca,
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se abrazan.

Dos olas que vienen juntas
a morir sobre una playa
y que al romper se coronan
con un penacho de plata.

Dos jirones de vapor
que del lago se levantan,
y al reunirse en el cielo
forman una nube blanca.

Dos ideas que al par brotan,
dos besos que a un tiempo estallan,
dos ecos que se confunden,
eso son nuestras dos almas.

La Vida Es Sueño II ( Calderón de la Barca )

Es verdad, pues: reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí,
destas prisiones cargado;
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

La Vida Es Sueño ( Calderón de la Barca )

Ay mísero de mí, y ay, infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
qué yo no gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma;
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas
(gracias al docto pincel),
cuando, atrevida y crüel
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto;
¿y yo, con mejor instinto,
tengo menos libertad?
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas, bajel de escamas,
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío;
¿y yo, con más albedrío,
tengo menos libertad?
Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad
que le dan la majestad
del campo abierto a su huida;
¿y teniendo yo más vida
tengo menos libertad?
En llegando a esta pasión,
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón,
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
excepción tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?

Esta entrada se la dedico a aquella persona tan especial que me la enseñó...gracias...

viernes, 21 de septiembre de 2007

Viven Mejor

Un rosa no necesita hablar,
simplemente esparce su fragancia.
Gandhi


Siempre queda algo de fragancia
en la mano que da rosas.


En las cosas necesarias, la unidad;
en las dudosas, la libertad; y en todas,
la caridad.
San Agustín de Hipona


La caridad es una virtud del
corazón y no de las manos.


Caridad y amor, no quieren tambor;
en silencio viven mejor.

Chii - Vaiwa

jueves, 20 de septiembre de 2007

Disturbed - Down With The Sickness



Dedicado a la macizorra de mi prima...que se que es una de sus canciones favoritas...aunque no entiende ni ella por qué...pero bueno...para ti amor!

Vida Retirada ( Fray Luis De León )

¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal rüido,
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!
Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspes sustentado.
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
su lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado?
¿si en busca deste viento
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?
¡Oh monte, oh fuente, oh río,
oh secreto seguro deleitoso!
Roto casi el navío
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.
Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre, quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.
Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo
a solas sin testigo,
libre de amor de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.
Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.
Y luego sosegada
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.
El aire el huerto orea,
y ofrece mil olores al sentido:
los árboles menea
con un manso rüido,
que del oro y del cetro pone olvido.
Téngase su tesoro
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el Cierzo y el Abregó porfían.
La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.
A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.
Y mientras miserable-
mente se están los otros abrasando
con sed insaciable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.
A la sombra tendido,
de hiedra y luto eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce acordado
del plectro sabiamente meneado.

Confusión ( Federico García Lorca )

Mi corazón
¿es tu corazón?
¿Quién me refleja pensamientos?
¿Quién me presta
esta pasión
sin raíces?
¿Por qué cambia mi traje
de colores?
¡Todo es encrucijada!
¿Por qué ves en el cielo
tanta estrella?
¿Hermano, eres tú
o soy yo?
¿Y estas manos tan frías
son de aquél?
Me veo por los ocasos,
y un hormiguero de gente
anda por mi corazón.

La Oración De Las Rosas ( Federico García Lorca )

¡Ave rosas, estrellas solemnes!
Rosas, rosas, joyas vivas de infinito;
bocas, senos y almas vagas perfumadas;
llantos, ¡besos!, granos, polen de la luna;
dulces lotos de las almas estancadas;
¡ave rosas, estrellas solemnes!

Amigas de poetas
y de mi corazón,
¡ave rosas, estrellas
de luminosa Sión!
Panidas, sí, Panidas;
el trágico Rubén
así llamó en sus versos
al lánguido Verlaine,
que era rosa sangrienta
y amarilla a la vez.
Dejad que así os llame,
Panidas, sí, Panidas,
esencias de un Edén,
de labios danzarines,
de senos de mujer.
Vosotras junto al mármol
la sangre sois de él,
pero si fueseis olores
del vergel
en que los faunos moran,
tenéis en vuestro ser
una esencia divina:
María de Nazaret,
que esconde en vuestros pechos
blancura de su miel;
flor única y divina,
flor de Dios y Luzbel.

Flor eterna. Conjuro al suspiro.
Flor grandiosa, divina, enervante,
flor de fauno y de virgen cristiana,
flor de Venus furiosa y tonante,
flor mariana celeste y sedante,
flor que es vida y azul fontana
del amor juvenil y arrogante
que en su cáliz sus ansias aclara.

¡Qué sería la vida sin rosas!
Una senda sin ritmo ni sangre,
un abismo sin noche ni día.
Ellas prestan al alma sus alas,
que sin ellas el alma moría,
sin estrellas, sin fe, sin las claras
ilusiones que el alma quería.

Ellas son refugio de muchos corazones
ellas son estrellas que sienten el amor,
ellas son silencios que lentos escaparon
del eterno poeta nocturno y soñador,
y con aire y con cielo y con luz se formaron,
por eso todas ellas al nacer imitaron
el color y la forma de nuestro corazón.
Ellas son las mujeres entre todas las flores,
tibios sancta sanctorum de la eterna poesía,
neáporis grandiosas de todo pensamiento,
copones de perfume que azul se bebe el viento,
cromáticos enjambres, perlas del sentimiento,
adornos de las liras, poetas sin acento.
Amantes olorosas de dulces ruiseñores.
Madres de todo lo bello,
sois eternas, magníficas, tristes
como tardes calladas de octubre,
que al morir, melancólicas, vagas,
una noche de otoño las cubre,
porque al ser como sois la poesía
estáis llenas de otoño, de tardes,
de pesares, de melancolía,
de tristezas, de amores fatales,
de crepúsculo gris de agonía,
que sois tristes, al ser la poesía
que es un agua de vuestros rosales.
Santas rosas divinas y varias,
esperanzas, anhelos, pasión,
deposito en vosotras, amigas;
dadme un cáliz vacío, ya muerto,
que en su fondo, mustiado y desierto,
volcaré mi fatal corazón.
¡Ave rosas, estrellas solemnes!
Llenas rosas de gracia y amor,
todo el cielo y la tierra son vuestros
y benditos serán los maestros
que proclamen la voz de tu flor.
Y bendito será el bello fruto
de tu bello evangelio solemne,
y bendito tu aroma perenne,
y bendito tu pálido albor.
Solitarias, divinas y graves,
sollozad, pues sois flores de amor,
sollozad por los niños que os cortan,
sollozad por ser alma y ser flor,
sollozad por los malos poetas
que no os pueden cantar con dolor,
sollozad por la luna que os ama,
sollozad por tanto corazón
como en sombra os escucha callado,
y también sollozad por mi amor.
¡Ay!, incensarios carnales del alma,
chopinescas romanzas de olor,
sollozad por mis besos ocultos
que mi boca a vosotras os dio.
Sollozad por la niebla de tumba
donde sangra mi gran corazón,
y en mi hora de estrella apagada,
que mis ojos se cierren al sol,
sed mi blanco y severo sudario,
chopinescas romanzas de olor.
Ocultadme en un valle tranquilo,
y esperando mi resurrección,
id sorbiendo con vuestras raíces
la amargura de mi corazón.

Rosas, rosas divinas y bellas,
sollozad, pues sois flores de amor.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Firefly - Inme



Este video se lo desdedico,pues antes se lo dediqué...al estúpido e imbecil...deforme y amorfo...de NEO...POR SER EL CABRÓN QUE ERES!

No Te Salves ( Mario Benedetti )

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

Canción a la Muerte ( Jose de Espronceda )


Débil mortal no te asuste
mi oscuridad ni mi nombre;
en mi seno encuentra el hombre
un término a su pesar.
Yo, compasiva, te ofrezco
lejos del mundo un asilo,
donde a mi sombra tranquilo
para siempre duerma en paz.

Isla yo soy del reposo
en medio el mar de la vida,
y el marinero allí olvida
la tormenta que pasó;
allí convidan al sueño
aguas puras sin murmullo,
allí se duerme al arrullo
de una brisa sin rumor.

Soy melancólico sauce
que su ramaje doliente
inclina sobre la frente
que arrugara el padecer,
y aduerme al hombre, y sus sienes
con fresco jugo rocía
mientras el ala sombría
bate el olvido sobre él.

Soy la virgen misteriosa
de los últimos amores,
y ofrezco un lecho de flores,
sin espina ni dolor,
y amante doy mi cariño
sin vanidad ni falsía;
no doy placer ni alegría,
más es eterno mi amor.

En mi la ciencia enmudece,
en mi concluye la duda
y árida, clara, desnuda,
enseño yo la verdad;
y de la vida y la muerte
al sabio muestro el arcano
cuando al fin abre mi mano
la puerta a la eternidad.

Ven y tu ardiente cabeza
entre mis manos reposa;
tu sueño, madre amorosa;
eterno regalaré;
ven y yace para siempre
en blanca cama mullida,
donde el silencio convida
al reposo y al no ser.

Deja que inquieten al hombre
que loco al mundo se lanza;
mentiras de la esperanza,
recuerdos del bien que huyó;
mentiras son sus amores,
mentiras son sus victorias,
y son mentiras sus glorias,
y mentira su ilusión.

Cierre mi mano piadosa
tus ojos al blanco sueño,
y empape suave beleño
tus lágrimas de dolor.
Yo calmaré tu quebranto
y tus dolientes gemidos,
apagando los latidos
de tu herido corazón.

Agua Sexual ( Pablo Neruda )


Rodando a goterones solos,
a gotas como dientes,
a espesos goterones de mermelada y sangre,
rodando a goterones,
cae el agua,
como una espada en gotas,
como un desgarrador río de vidrio,
cae mordiendo,
golpeando el eje de la simetría, pegando en las costuras del
alma,
rompiendo cosas abandonadas, empapando lo oscuro.

Solamente es un soplo, más húmedo que el llanto,
un líquido, un sudor, un aceite sin nombre,
un movimiento agudo,
haciéndose, espesándose,
cae el agua,
a goterones lentos,
hacia su mar, hacia su seco océano,
hacia su ola sin agua.

Veo el verano extenso, y un estertor saliendo de un granero,
bodegas, cigarras,
poblaciones, estímulos,
habitaciones, niñas
durmiendo con las manos en el corazón,
soñando con bandidos, con incendios,
veo barcos,
veo árboles de médula
erizados como gatos rabiosos,
veo sangre, puñales y medias de mujer,
y pelos de hombre,
veo camas, veo corredores donde grita una virgen,
veo frazadas y órganos y hoteles.

Veo los sueños sigilosos,
admito los postreros días,
y también los orígenes, y también los recuerdos,
como un párpado atrozmente levantado a la fuerza
estoy mirando.

Y entonces hay este sonido:
un ruido rojo de huesos,
un pegarse de carne,
y piernas amarillas como espigas juntándose.
Yo escucho entre el disparo de los besos,
escucho, sacudido entre respiraciones y sollozos.

Estoy mirando, oyendo,
con la mitad del alma en el mar y la mitad del alma
en la tierra,
y con las dos mitades del alma miro al mundo.

y aunque cierre los ojos y me cubra el corazón enteramente,
veo caer un agua sorda,
a goterones sordos.
Es como un huracán de gelatina,
como una catarata de espermas y medusas.
Veo correr un arco iris turbio.
Veo pasar sus aguas a través de los huesos.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Personal Jesus - Marilyn Manson

Rima LII ( Gustavo Adolfo Bécquer )

Olas gigantes que os rompéis bramando
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras!
Ráfagas de huracán que arrebatáis
del alto bosque las marchitas hojas,
arrastrado en el ciego torbellino,
¡llevadme con vosotras!
Nube de tempestad que rompe el rayo
y en fuego ornáis las sangrientas orlas,
arrebatado entre la niebla oscura,¡
llevadme con vosotras!.
Llevadme, por piedad, a donde el vértigo
con la razón me arranque la memoria.
¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas!.

Amor constante más allá de la muerte ( Francisco de Quevedo )

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;
Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

A un viejo y distinguido señor ( Antonio Machado )



Te he visto, por el parque ceniciento
que los poetas aman para llorar,
como una noble sombra vagar,
envuelto en tu levita larga.
El talante cortés, ha tantos años
compuesto de una fiesta en la antesala,
¿¡qué bien tus pobres huesos
ceremoniosos guardan!?
Yo te he visto, aspirando distraído,
con el aliento que la tierra exhala
¿hoy, tibia tarde en que las mustias hojas
húmedo viento arranca?,
del eucalipto verde
el frescor de las hojas perfumadas.
Y te he visto llevar la seca mano
a la perla que brilla en tu corbata.

Alma Ausente ( Federico García Lorca )

No te conoce el toro ni la higuera,ni caballos ni hormigas de tu casa. No te conoce tu recuerdo mudo porque te has muerto para siempre. No te conoce el lomo de la piedra, ni el raso negro donde te destrozas. No te conoce tu recuerdo mudo porque te has muerto para siempre. El otoño vendrá con caracolas, uva de niebla y montes agrupados, pero nadie querrá mirar tus ojos porque te has muerto para siempre. Porque te has muerto para siempre, como todos los muertos de la Tierra, como todos los muertos que se olvidan en un montón de perros apagados. No te conoce nadie. No. Pero yo te canto. Yo canto para luego tu perfil y tu gracia. La madurez insigne de tu conocimiento. Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca. La tristeza que tuvo tu valiente alegría. Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un andaluz tan claro, tan rico de aventura. Yo canto su elegancia con palabras que gimen y recuerdo una brisa triste por los olivos.

Phantom of the Opera-Nightwish

Delectación Morosa ( Leopoldo Lugones )

La tarde, con ligera pincelada
que iluminó la paz de nuestro asilo,
apuntó en su matiz crisoberilo
una sutil decoración morada.
Surgió enorme la luna en la enramada;
las hojas agravaban su sigilo,
y una araña en la punta de su hilo,
tejía sobre el astro, hipnotizada.
Poblóse de murciélagos el combo
cielo, a manera de chinesco biombo;
sus rodillas exangües sobre el plinto
manifestaban la delicia inerte,
y a nuestros pies un río de jacinto
corría sin rumor hacia la muerte.

domingo, 9 de septiembre de 2007

Como Se Arranca El Hierro De Una Herida... ( Gustavo Adolfo Bécquer )

Como se arranca el hierro de una herida
su amor de las entrañas me arranqué,
aunque sentí al hacerlo que la vida
me arrancaba con él!
Del altar que le alcé en el alma mía
la Voluntad su imagen arrojó,
y la luz de la fe que en ella ardía
ante el ara desierta se apagó.
Aún turbando en la noche el firme empeño
vive en la idea la visión tenaz...
¡Cuándo podré dormir con ese sueño
en que acaba el soñar!

Clown - KoRn

Al Brillar Un Relámpago Nacemos ( Gustavo Adolfo Bécquer )

Al brillar un relámpago nacemos
y aún dura su fulgor cuando morimos;
tan corto es el vivir.
La gloria y el amor tras que corremos
sombras de un sueño son que perseguimos:
¡Despertar es morir!

Corriendo Van Por La Vega ( José Zorrilla )

Corriendo van por la vegaa las puertas de Granada hasta cuarenta gomelesy el capitán que los manda.Al entrar en la ciudad,parando su yegua blanca, le dijo éste a una mujer que entre sus brazos lloraba:«Enjuga el llanto, cristiana no me atormentes así,que tengo yo, mi sultana,un nuevo Edén para ti.Tengo un palacio en Granada,tengo jardines y flores,tengo una fuente dorada con más de cien surtidores,y en la vega del Geniltengo parda fortaleza,que será reina entre mil cuando encierre tu belleza.Y sobre toda una orilla extiendo mi señorío;ni en Córdoba ni en Sevilla hay un parque como el mio.Allí la altiva palmera y el encendido granado,junto a la frondosa higuera,cubren el valle y collado.Allí el robusto nogal,allí el nópalo amarillo,allí el sombrío moral crecen al pie del castillo.Y olmos tengo en mi alameda que hasta el cielo se levantan y en redes de plata y seda tengo pájaros que cantan.Y tú mi sultana eres,que desiertos mis salones están, mi harén sin mujeres,mis oídos sin canciones.Yo te daré terciopelosy perfumes orientales;de Grecia te traeré velos y de Cachemira chales.Y te dará blancas plumas para que adornes tu frente,más blanca que las espumas de nuestros mares de Oriente.Y perlas para el cabello,y baños para el calor,y collares para el cuello;para los labios... ¡amor!»«¿Qué me valen tus riquezas-respondióle la cristiana-, si me quitas a mi padre,mis amigos y mis damas?Vuélveme, vuélveme, moro a mi padre y a mi patria,que mis torres de León valen más que tu Granada.»Escuchó la en paz el moro,y manoseando su barba,dijo como quien medita,en la mejilla una lágrima:«Si tus castillos mejor es que nuestros jardines son,y son más bellas tus flores,por ser tuyas, en León,y tú diste tus amores a alguno de tus guerreros,huír del Edén, no llores;vete con tus caballeros.»Y dándole su caballo y la mitad de su guardia,el capitán de los moros volvió en silencio la espalda.

Criminals angels

Criminals angels